Lamentarnos una vez que la acción de una tormenta nos ha ocasionado serios problemas no es de recibo si antes no se han tomado las precauciones pertinentes. Y es que resulta prioritario mantener en buen estado las alcantarillas, conservar limpios los desagües y tener en una situación óptima toda la instalación doméstica. Prevenir es la mejor manera de evitar problemas en el futuro.
Las tormentas, las trombas de agua, los chaparrones y los aguaceros pueden dar lugar a pequeñas anegaciones o inundaciones. El agua, por desgracia, tiene la mala de costumbre de ir arrastrando basuras, desechos y residuos de toda clase, los cuales acaban llegando a las alcantarillas; es allí donde se acumulan, dando lugar a obstrucciones muy poco agradables.
Los desagües y las bocas de tormenta (el propio nombre indica la potencialidad en el uso de estos instrumentos) que se colocan en las calles, los patios, las plazas y las avenidas tienen que estar siempre limpias y adecentadas; por ejemplo, es común que en los meses de octubre, noviembre o diciembre nos encontremos con bocas de tormenta atascadas por las hojas secas que han ido cayendo de los árboles.
Tal vez nos demos cuenta de que no fuimos vigilando los canales de salida y absorción cuando debíamos demasiado tarde, cuando los atascos ya hayan hecho de las suyas lamentablemente (en muchos casos es una competencia del ente municipal que gobierna el enclave territorial). Si los responsables de la corporación política del Ayuntamiento que corresponda no promueven los trabajos necesarios para proceder a la pertinente limpieza de las alcantarillas y las bocas de tormenta, es responsabilidad de la ciudadanía hacerles ver la amenaza que se viene.
También hay que tener una especial precaución a la hora de acometer obras en una vivienda, en una comunidad de vecinos o en una barriada; los trabajos de los albañiles o fontaneros pueden dejar un escenario de ligeros escombros y desechos materiales, por lo que existe el riesgo de que no nos preocupemos de limpiar el lugar como es debido y de que los restos de las obras provoquen obstrucciones en los sumideros y en las bajantes del edificio. Una fuerte tormenta podría hacer verdaderos estragos si nada está como debería estar.
Podríamos decir que en nuestro país, aunque esto dependerá un poco de cada región y zona, las lluvias se concentran sobre todo en otoño y primavera (también algunos inviernos vienen lluvioso). Por tanto, tal vez el verano sea la estación idónea para afrontar los trabajos de mantenimiento que hagan falta. Algunas simples molestias en sumideros y cañerías pueden llegar a convertirse en contratiempos muy complejos.
Los patios interiores son otras de las zonas especialmente sensibles a la acción violenta de las tormentas y las lluvias torrenciales. Hay que estar siempre pendientes de que el caño no está cubierto al irnos a dormir, porque las precipitaciones nocturnas no nos darían margen de maniobra al estar acostados, de ahí que las anegaciones tuvieran vía libre. Quitar de una manera periódica y frecuente las hojas y la suciedad que se acumula en las rejas de la cañería sería muy recomendable.
En cualquier caso, no estaría de más contar siempre con el contacto de fontaneros profesionales en nuestra agenda particular o en la lista de números de teléfonos del celular. Y es que, valiéndose de mangueras de absorción, los profesionales del sector de la fontanería pueden poner fin muy rápidamente a las complicaciones originadas por las anegaciones o las inundaciones.
Hay veces en las que las tormentas descargan con una violencia inusitada, dejando como resultado el desbordamiento de ríos o lagos; ante situaciones que revisten de una alerta especial, lo mejor es multiplicar la atención y redoblar los esfuerzos por adecentar el lugar. Será un éxito si no queda un desagüe sin revisar antes de que llegue el periodo de lluvias.
No obstante, hay que estar siempre pendientes, porque las tormentas de verano son una realidad de la que no podemos huir, y además actúan con carácter sorpresivo. Raro es el mes de agosto o el mes de julio en el que no se produce una fuerte tormenta que terminando aunando el impacto del agua con el del granizo; esta combinación puede dar lugar a graves inundaciones en un tiempo casi de récord, por lo que el margen de maniobra y de actuación estaría muy reducido.
Estas tormentas de estío pueden venir incluso acompañadas por pequeñas piedras y por unas acumulaciones de polvos que acaban derivando en barro; así se complica el escenario y se disparan las opciones de que se produzcan anegaciones. Y es que los granizos y las piedras pueden hacer que el nivel del agua ascienda hasta el punto de que asalte los bajos de algunas casas. Una vez que conocemos todo lo que puede ocurrir si viene una tormenta y no estamos previamente preparados, lo mejor es ir corrigiendo los fallos con frecuencia.